El nombre de Blanca Álvarez Pinedo está íntimamente unido al Archivo Histórico Provincial de Oviedo, al que se incorporó como directora en 1971, tras casarse con un asturiano, y del que se jubiló veinticinco años después. Ubicado entonces en el monasterio San Pelayo, Blanca Álvarez impulsó la elaboración del censo de archivos y fondos documentales de Asturias, una tarea fundamental que ayudó a conocer los archivos asturianos, sus características y estado de conservación.
«De todos los archivos en los que trabajé, no encontré ninguno que funcionara como debe ser y con instalaciones adecuadas, exceptuando el Histórico Nacional, en el que estuve un mes de prácticas, y el de Indias», explica. Y añade: «Me he encontrado archivos municipales al lado de calderas y de conducciones de agua, fíjese el peligro que eso supone».
¿Por qué los archivos son siempre la cenicienta de la gestión cultural? «Porque no entienden bien lo que es un archivo, la importancia de los fondos», responde. «La historia se escribe sobre los documentos, luego el historiador los interpreta. Yo tal vez sienta una pasión especial, entiendo que hay que cuidarlos, y no sólo por la historia, sino por el interés de las personas que encuentran en ellos datos y argumentos para la defensa de sus intereses», subraya.
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