"¿Extinguirnos?", exclama con duda y sorpresa don José Edith González, mecanógrafo desde hace 45 años y conocido por tener los "dedos más rápidos" de la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico de Ciudad de México.
El hombre, de 77 años de edad, es uno de los 160 mecanógrafos que todavía hay en la capital y que ven en el cambio de la máquina de escribir a la computadora una forma de que su trabajo sólo sobreviva, porque cada vez son menos los que contratan sus servicios.
Los escribanos en la capital laboran en puestos ambulantes instalados a las puertas de juzgados, escuelas, dependencias de gobierno, hospitales, bibliotecas o en las avenidas más concurridas.
Los escribanos redactan sobre todo facturas y documentos mercantiles u oficiales, pero todavía hay clientes que buscan su ayuda para redactar una declaración de amor, una súplica o la carta de un amante que dice adiós.
Los consumidores del gremio han registrado una disminución de hasta un 90% en los últimos 15 años. Esto se debe a que se masificó el acceso a internet, el uso de redes sociales y los mensajes vía celular.
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