Al igual que Franklin D. Roosevelt o Richard Nixon, John F. Kennedy también grabó sus conversaciones en el despacho oval. El sistema lo desmanteló su entorno después del magnicidio de Dallas y registró unas 260 horas de grabaciones que permanecieron en manos de su familia hasta 1976.
Su viuda donó entonces las cintas a los Archivos Nacionales y a principios de los años 80 las compró la biblioteca dedicada a su memoria, que los ha restaurado, transcrito y desclasificado en un proceso que ahora concluye después de dos décadas.
La biblioteca de John F. Kennedy publica ahora una selección de las grabaciones en un libro que incluye dos CD y que muestran a Kennedy como un líder enérgico y deslenguado, obsesionado con la pugna con la Unión Soviética.
1 comentario:
uuuuu que fuerte
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