En septiembre de 1946, cuando la Segunda Guerra Mundial había terminado, se recuperaron de entre los escombros de Varsovia diez cajas metálicas y tarros de leche, que contenían buena parte de los archivos clandestinos del gueto. Había una caja que contenía la obra de la pintora Gela Seksztajn.
Había también documentación, fotos, su testamento y el de su esposo, Izrael Lichtensztejn, vinculado al grupo Oneg Shabat con un objetivo: conservar cómo era la vida de los judíos en el gueto.
La iniciativa había partido de Emanuel Ringelblum, un historiador y doctor en filosofía de la Universidad de Varsovia.
Las cajas del archivo se encontraron entre los escombros de una excavación realizada en lo que había sido la escuela Ber Borochov, en la calle Nowolipki 68. Todo ese material se conoce como los Archivos Ringelblum, por aquel historiador que nos legó los colores aguados y sutiles de las frutas y las flores que pintó Gela.
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