La hegemonía del papel es en la actualidad disputada por poderosos rivales como los dispositivos electrónicos. En la Edad Moderna, fue la hoja de pasta vegetal la que se impuso frente al más antiguo pergamino, del mismo modo que este había desplazado antes al papiro.
En esta sucesión histórica de invenciones, la flor de la piel desempeñó una función fundamental en Occidente a partir del siglo IV. Así se llamaba a la cara del pergamino más adecuada para escribir. Y así denomina el Museo do Pobo Galego la exposición de su colección de este tipo de soporte de escritura.
Frente al papiro, elaborado con tejido vegetal, la materia prima del pergamino era piel de cabra, cordero o ternera, principalmente, que se trataba con cal para luego depilarla y descarnarla, antes de dejarla secar. El grosor y la uniformidad buscados se lograban con el raspado, completado con el pulido. La piel como soporte de escritura se había utilizado desde la antigüedad, pero el auge del pergamino se produjo en la Edad Media, con la labor de los monjes copistas.
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