Los "enemigos del pueblo soviético" morían dos veces: una al ser fusilados o enviados al gulag, y otra al desaparecer de las imágenes oficiales.
"Yo creo que fue iniciativa personal de Stalin, que, empujado por el miedo, decidió liquidar no sólo físicamente a sus rivales, sino también cualquier rastro de su personalidad", asegura Irina Galkova, comisaria de la exposición fotográfica "El comisario desaparece".
"Antes no existía el 'photoshop', por lo que los soviéticos no tenían por qué sospechar que esas fotos oficiales habían sido retocadas. Ahora, tendrán la oportunidad de ver las imágenes originales", añadió Galkova.
El retocado de fotos se convirtió en una auténtica industria, en la que tanto se borraban las arrugas del rostro de Stalin, como los papeles tirados en el empedrado por el que caminaban los dirigentes.
Los estalinistas acuñaron el concepto de "responsabilidad personal", por lo que la misma tenencia de fotos de "enemigos del pueblo" podía acarrear penas de cárcel a su propietario.
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