En Barcelona, además de los grandes archivos históricos y administrativos, donde la documentación se mide por kilómetros lineales de estanterías, funcionan otros nueve que conservan la pequeña memoria de papel generada por los barrios y distritos. Hace ahora 20 años que se abordó un plan de ordenación documental, diseñado por Ramon Alberch, que ha dado buenos resultados y que ha desterrado las antiguas imágenes de papeles sin clasificar infestados de lepismas, arrinconados y sujetos con cordeles.
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