El poeta oriolano Miguel Hernández murió consumido por la tuberculosis en el Reformatorio de Adultos de Alicante, una mañana de 1942. Meses antes, desde su celda de la prisión madrileña de Torrijos, había escrito las célebres 'Nanas de la cebolla' (inspiradas por una carta de su esposa, Josefina Manresa, en la que le contaba que eran tan pobres que su hijo solo comía pan y cebolla).
Setenta años después, sus herederos pugnan por un legado compuesto por más de 5.000 documentos, manuscritos y objetos personales, que la Biblioteca Nacional valoró en 1,5 millones de euros y que Josefina Manresa cedió al Archivo Municipal de Elche hace 27 años.
Días después de que la familia retirara las cajas custodiadas en el Archivo Municipal de Elche (para meterlas en la caja fuerte de un banco) y declarara abiertamente la guerra al Ayuntamiento, el portavoz del equipo de Gobierno, Pablo Ruz, esgrime un nuevo argumento para rescindir el contrato sobre el legado: los derechos de autor de Miguel Hernández prescriben en marzo de 2012.
Instituciones de Madrid, Cataluña o Salamanca han mostrado su interés por albergarlo, así como los Ayuntamientos de Alicante y Orihuela. El concejal de cultura del municipio natal del poeta, ha asegurado incluso estar en disposición de negociar económicamente con la familia y ha avanzado que tienen ya espacio disponible para albergar los documentos y objetos personales del escritor.
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