La conservación del patrimonio musical pasa por saber mimar sus partituras, esas con las que los compositores han hecho historia y que responden al sistema de escritura de una época determinada.
La grafía musical ha ido cambiando con el paso de los años poniendo en cuestión la legibilidad de composiciones que tienen hasta más de cinco siglos.
Por fortuna, después de tres años de investigación, el trabajo de dos doctores en Ingeniería de Telecomunicación de la UMA ha permitido adaptar su lectura a los nuevos tiempos. Lorenzo J. Tardón e Isabel Barbancho han analizado más de 300 partituras -desde el siglo XVI al XIX- procedentes del archivo de la Catedral de Málaga, hasta aplicarles un sistema de reconocimiento óptico automático.
Se trata en definitiva de convertir la imagen de la partitura original, fotografiada previamente, en un formato electrónico musicalmente inteligible por el ordenador.
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