En los libros de historia de Nueva York existe un vacío. Son los primeros cuarenta años de la ciudad. Los que van del asentamiento holandés original, en 1625, a la conquista por los ingleses, en 1664. Entonces se llamaba Nueva Ámsterdam y ocupaba la punta sur de Manhattan, donde se alzan hoy los rascacielos de Wall Street. Su recuerdo no suele ocupar más que un par de líneas en los manuales, aunque aquella comunidad forjó el carácter de la ciudad. Compuesta por "empresarios, exploradores, piratas, prostitutas y pícaros" de toda Europa, fundó la esencia comercial y multiétnica de la urbe.
El desconocimiento de los orígenes de Nueva York llevaron historiador Russell Shorto a rescatar aquel pasado.
Shorto dio con el erudito Charles Gehring, de la Biblioteca del Estado de Nueva York. Él le descubrió un tesoro de archivos inéditos de la colonia: unas 12.000 páginas de cartas, sentencias, escrituras, diarios... Como director del New Netherland Project, Gehring lleva 30 años traduciéndolos. Con esa materia prima, Shorto ha escrito el el ensayo Manhattan, la historia secreta de Nueva York.
Los registros han permitido recuperar muchas pequeñas historias. Como la de Harmen van de Bogaert, cirujano homosexual y pionero explorador del territorio de los mohawk de Albany. Acusado de sodomía, huyó junto a su compañero esclavo y falleció ahogado mientras intentaba cruzar un río helado.
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