Para proteger a las personas y al patrimonio de la Catedral de Santiago, el cabildo ha anunciado la implantación de un plan de seguridad que, entre otras medidas, supone un dispositivo de videovigilancia formado por cuarenta cámaras y la disponibilidad de ocho personas que se encargarán permanentemente del control de todas las dependencias de la basílica, incluyendo el bloque del claustro en el que se encuentran el museo y el archivo, donde fue sustraído el Códice Calixtino en julio del 2011.
La catedral cuenta a partir de ahora con la figura del jefe de seguridad, cargo que asume Ricardo Sanz, técnico de la empresa contratada para realizar una auditoría previa y un análisis de riesgos, cuyas conclusiones dieron lugar al plan de seguridad integral que ahora se pone en marcha.
Además de la coordinación con una central de emergencias y disponer acciones de formación del personal, el plan someterá a un estrecho control las llaves que dan acceso a las distintas dependencias de la catedral,
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