En Israel acaba de presentarse la primera película que retrata y reconstruye las idas y vueltas alrededor del legado de Kafka, plagada de humor, tragedia y procesos judiciales interminables.
“No es sólo la posición israelí o la alemana, hay muchas y todos tienen razón”, asegura Sagi Bornstein, director del logrado documental “Una historia kafkiana”, que espera poder proyectar en Argentina y que estrenó hace pocas semanas en Tel Aviv. “Yo creo que Kafka sabía lo que iba a suceder, y por eso pidió que se quemara todo: era parte de una gran broma”.
En “Una historia kafkiana” aparecen voces como la del coleccionista que pagó la suma record de 1,9 millones de dólares por quedarse con la versión de puño y letra de El Proceso, antes de cedérselo por la misma cifra al Archivo Schiller de Marbach. “De eso me arrepiento, quisiera tenerlo aquí para mostrárselo a mis amigos”, se lamenta.
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