Madam C. J. Walker
Hace poco más de hace un siglo, cuando la emprendedora Madam C. J. Walker fundó su imperio de cuidados del cabello y cosméticos, muy pocas mujeres se atrevían a imaginarse que podían ser dueñas de un negocio. A las mujeres estadounidenses se les denegaba el derecho al voto y la mayoría de los afroestadounidenses eran excluidos de las empresas comerciales, las profesiones, los cargos gubernamentales y las universidades del país. Pero Madam Walker pasó de ser una lavandera sin educación a gran ejecutiva y una de las primeras mujeres millonarias del país.
A principios de 1900, cuando la mayoría de los estadounidenses carecían de cañerías y electricidad en las casas, bañarse era todo un lujo. Como resultado, Sarah y muchas otras mujeres se quedaban calvas porque lavaban su cabello con tan poca frecuencia que éste era vulnerable a la polución, las bacterias o los piojos. Para curar su propia calvicie, Sarah experimentó con varias fórmulas hasta que descubrió un ungüento y un régimen de limpieza que curaron su cuero cabelludo e hicieron que volviera a crecer su cabello. Sarah empezó a vender sus ungüentos y a enseñar a otras mujeres cómo cuidar y peinar su cabello.
Hace poco más de hace un siglo, cuando la emprendedora Madam C. J. Walker fundó su imperio de cuidados del cabello y cosméticos, muy pocas mujeres se atrevían a imaginarse que podían ser dueñas de un negocio. A las mujeres estadounidenses se les denegaba el derecho al voto y la mayoría de los afroestadounidenses eran excluidos de las empresas comerciales, las profesiones, los cargos gubernamentales y las universidades del país. Pero Madam Walker pasó de ser una lavandera sin educación a gran ejecutiva y una de las primeras mujeres millonarias del país.
A principios de 1900, cuando la mayoría de los estadounidenses carecían de cañerías y electricidad en las casas, bañarse era todo un lujo. Como resultado, Sarah y muchas otras mujeres se quedaban calvas porque lavaban su cabello con tan poca frecuencia que éste era vulnerable a la polución, las bacterias o los piojos. Para curar su propia calvicie, Sarah experimentó con varias fórmulas hasta que descubrió un ungüento y un régimen de limpieza que curaron su cuero cabelludo e hicieron que volviera a crecer su cabello. Sarah empezó a vender sus ungüentos y a enseñar a otras mujeres cómo cuidar y peinar su cabello.
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