26 dic 2010

Desde manuscritos de Rosalía a papeles con olor a chocolate.
La Biblioteca de Galicia en la Cidade da Cultura abrirá las puertas el 11 de enero, doce años después de que la Xunta de Manuel Fraga eligiera el proyecto de Peter Einsenman para dar vida al monte Gaiás, en Santiago. Será junto al Archivo el primer edificio del complejo que cobre vida.
Dicen que el saber no ocupa lugar, aunque solo se trata de una frase hecha, porque la Biblioteca de Galicia dispone de catorce mil metros cuadrados útiles –poco más que dos campos de fútbol–, unas dimensiones que quizás en el futuro se le queden pequeñas a un lugar que aspira a reunir todo el conocimiento impreso sobre Galicia. Tanto es así que las obras de ensayo y las creaciones de los escritores gallegos más insignes conviven con carteles de cine, invitaciones de fiesta o cartas de menú. ¿Por qué? Porque todos cuentan la historia de Galicia. Es lo que en la jerga de los documentalistas se llama miscelánea o efímera, y ahí también se pueden encontrar envoltorios de chocolate litografiados o litografías en papel de lata para publicitar latas de conserva.
La Biblioteca de Galicia no es una biblioteca convencional, sino una “biblioteca de bibliotecas”, un proyecto que sueña con emular a la del Congreso de Estados Unidos. Así que no se podrán llevar a casa los libros –solo se prestará a otras bibliotecas– ni tampoco los centenares de miles de ejemplares de la hemeroteca.
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