28 oct 2010

Cuando el DNI se tramitaba en burro.
La creación del DNI se puso en marcha a través de un decreto en 1944. La iniciativa partió de Presidencia del Gobierno, o sea, del mismísimo general Franco, para controlar mejor a los españoles.

Muchos de los agentes que tramitaban el DNI llegaban a los pueblos a lomos de un burro. En sus alforjas se entremezclaban un puñado de plumas, bolígrafos, tarjetas vacías, varios botes de tinta y pletinas para imprimir.
Con anterioridad a su llegada, este equipo itinerante acordaba con el alcalde una particular cita previa. Pactado el día, un bando comunicaba a los paisanos la llegada del DNI instándoles a llevar consigo cualquier tipo de documento expedido por la Diputación o el Ayuntamiento, así como una fotografía reciente. Algunos aldeanos ni siquiera contaban con papeles que refrendaran sus raíces. Entonces tanto el regidor, como el cura o el secretario de la villa daban fe de la identidad del sujeto por conocerle de toda la vida.

El carné incluía una casilla para clasificar al ciudadano según su estatus económico. Los de primera categoría eran los grandes potentados y los caciques rurales. Los de cuarta se agrupaban en los llamados «pobres de solemnidad», gente tan mísera que estaba librada de pagar las tasas del DNI. Esta pirámide estratificó socialmente a España hasta el año 1981.
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