“El mercado sigue sin necesidad de Kodak”. Son las palabras del fotógrafo Mark Ostrowsi que regenta la tienda foto-r3.com, un pequeño negocio que se cuenta entre los pocos a nivel mundial dedicados a vender sólo material fotoquímico.
Otro indicio positivo de la salud de la fotografía analógica es que Fuji ha incrementado la venta de sus cámaras instantáneas analógicas.
Recientemente en Barcelona ha abierto una tienda de Impossible Project, la empresa que ha logrado volver a fabricar y vender carretes instantáneos para cámaras Polaroid.
Otra cifra relativamente positiva son las ventas de papel fotoquímico (con el se obtiene en los laboratorios copias a partir de fotos analógicas o digitales). Pues sólo han descendido entre un 5 y un 10 por ciento. Lo que parece probar que existe un interés por ese producto, principalmente por parte de los profesionales. La razón es que ofrece más calidad y durabilidad que los papeles para impresoras de inyección de tinta.
Al menos eso piensa Ostrowski, que cuestiona las pruebas de resistencia al paso del tiempo que dan las empresas de impresión digital. Lo que está plenamente demostrado es que una foto fijada sobre un soporte de gelatina de plata puede durar un siglo y medio.
La fotografía tradicional también es mucho más fiable como documento histórico. Basta con analizar el negativo original bajo un microscopio para detectar sus posibles alteraciones, mientras que la integridad de un archivo de imagen digital nunca puede estar verificada al cien por cien.
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