No se debe utilizar el mismo tipo de letra para una Biblia que para un cómic. Cada letra tiene sus funciones y su personalidad: las hay elegantes, rudas, impactantes, cursis, ridículas, preciosas, prácticas... Existen hasta 100.000 tipos de letras impresas. Algunas han cumplido 560 años, pero siguen en activo con sus interesantes vicisitudes a cuestas. De sus avatares se ocupa Simon Garfield en el libro Es mi tipo (Taurus).
La historia de las fuentes tipográficas arranca con Johannes Gutenberg y Peter Schöffer, autores de los primeros textos impresos con tipos móviles (entre 1448 y 1450). Estos primeros pasajes parecen manuscritos porque esa era su intención: Gutenberg y Schöffer pensaron que los lectores preferirían una letra semejante a la de los copistas medievales porque era a lo que estaban acostumbrados.
La informática ha tenido una influencia decisiva en el devenir de las fuentes tipográficas. Antes de la llegada de Macintosh de Apple, en 1984, los ordenadores ofrecían un solo tipo de letra. Pero a Steve Jobs le interesaba mucho la caligrafía e insistió en que los usuarios pudieran elegir el tipo de alfabeto.
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