Bertram Nickolay, un ingeniero alemán, está decidido a desvelar los trapos sucios de la Stasi, la policía secreta de la RDA que, tras la caída del Muro, se empleó a fondo en la destrucción de miles de documentos, haciéndolos trizas.
Nickolay y sus ayudantes han diseñado un software que se encuentra instalado en un ordenador gigante, en una dependencia secreta del instituto Frauenhofer IPK de Berlín. Cuando algún periodista curioso pide autorización para fotografiar la máquina recibe una respuesta amable pero categórica. El acceso está prohibido porque en ese enigmático lugar se está reescribiendo un capítulo de la historia reciente de Alemania.
De momento hay un plan piloto en el que Nickolay tiene por delante el desafío científico de reconstruir, en el plazo de doce meses, el contenido de 400 sacos repletos de papelitos que fueron recuperados de la central de la Stasi. «Si todo resulta bien, el Parlamento federal deberá decidir si existe interés en digitalizar y reconstruir el contenido de miles de sacos que fueron rescatados en enero de 1990».
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