Pilar del Campo es una de las personas que ha vivido el caso en primera persona. Lleva muchos años como responsable del Archivo del Museo Naval de Madrid. Por sus manos pasaron los cientos de legajos que dieron la victoria a España en el no tan lejano caso de los navíos «Juno» y «Galga» en 2000.
Allí coincidió por primera vez con el letrado James Goold, un hombre de pocas palabras, pero seguro de sí mismo. Hace doce años ganó el citado caso y la Orden de Isabel la Católica.
¿Cuántos documentos se han consultado en estos más de dos mil días? Pilar del Campo, proporciona una cifra apabullante: pueden haber sido 14 kilómetros de papeles «con descripciones detalladísimas. Hemos accedido a legajos que había en los depósitos y que nos han proporcionado una información decisiva. Hay que saber mirar para separar el grano de la paja».
De entre el arsenal de papeles, James Goold, ya curtido en anteriores batallas con «cazatesoros», sabía que era clave dar con un documento para sostener la tesis de que el navío no estaba en misión de guerra, sino que era un barco de Estado que transportaba caudales públicos.
Y llegó. Fue un día de 2007. Goold estaba en el Museo Naval. Sabía que el viaje que le traía a España le iba a dar una gran satisfacción. «Le mostramos el papel y él, incrédulo, lo leyó, dio un salto y levantó ambos pulgares al mismo tiempo. No habla español, pero gritó un “¡Bravo!” irrepetible.
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