El email fue enviado por error por un nuevo empleado del New York Times a más de 8 millones de personas, alojadas en una lista de marketing.
El problema es que el mensaje tenía que ir sólo dirigido a unas 300 personas que habían decidido dar de baja su suscripción al periódico.
Para complicar más las cosas, este error se propagó por las redes sociales, como Facebook y Twitter, y se entendió como un ciberataque de piratas informáticos.
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