Cuando el famoso médico misionero y explorador David Livingstone murió en África en 1873, su cuerpo fue enviado de regreso a Londres junto con algunas páginas deterioradas del periódico Standard de Londres, que había cortado y cosido en forma de un diario improvisado.
En 2009, Adrian Wisnicki, un profesor de la Universidad de Pensilvania, se enteró de la existencia de un grupo de documentos de Livingstone, y emprendió una búsqueda para encontrar y luego de descifrar su escritura.
Wisnicki encontró la colaboración de un equipo que ya había utilizado con éxito un método basado en longitudes de onda diferentes, cada una de las cuales interactúa y se refleja en las diferentes tintas de forma única.
El resultado es que el diario de Livingstone ha dejado ser inaccesible por la fragilidad del papel y de la escritura ilegible.
En 1871, Livingstone alcanzó el punto más al Noroeste que jamás ningún hombre blanco había alcanzado: Nyangwe (en el Congo). Úlceras en los pies y otros problemas de salud lo atormentaban.
Sin papel y casi sin tinta, utilizó las páginas del perídico Standard y fabricó tinta a partir de las semillas de baya que se utilizaban para teñir la ropa.
El 15 de julio de 1871, en una de sus visitas al mercado, observó con horror como los comerciantes árabes y sus sirvientes abrieron fuego contra la gente del lugar, en su mayoría mujeres. Quemaron aldeas vecinas y atacaron a los que trataron de escapar hacia el río.
Esta tragedia fue determinante para que Livingstone partiera hacia Ujiji en Tanzania, donde conoció a Stanley, que basándose en el relato de Livingstone, escribiría artículos sobre la masacre, impulsando un movimiento para detener el comercio de esclavos.
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