Las herramientas actuales de gestión documental hacen que no se requiera tanto del soporte del papel y que se impongan procesos de almacenamiento digitales, cumpliendo con normativas de custodia y preservación cada vez más exigentes. Pero al mismo tiempo, los propios usuarios utilizan en ocasiones la impresión de documentos de forma indiscriminada, generando así una contradicción complicada de solventar.
La información no estructurada sigue siendo un quebradero de cabeza para las organizaciones. Este hecho viene avalado por cifras que apuntan a que a día de hoy ya son cerca de 1.000 millones los usuarios de Internet móvil, 700 millones de usuarios de redes sociales, 630 millones de ordenadores portátiles, y 1.200 millones de terminales móviles.
Al margen de esa gestión de datos no estructurados, ¿qué piden las compañías a sus proveedores de software de gestión documental? Se demandan soluciones que aporten valor a su negocio, bien sea éste tangible (por ejemplo, reducción notable en los tiempos de gestión de tareas que supongan la gestión de información), o bien un valor más general como el ahorro de costes, que a medio plazo supere, obviamente, la inversión efectuada.
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