Franco deja de ser un secreto.
35 años después de la muerte del dictador, las copias de sus documentos son de acceso libre en el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca.
Tras la ayuda de 150.841,22 euros concedida por el Ministerio de Cultura entre 2000 y 2003 para digitalizar los papeles, la Fundación Francisco Franco entregó a cambio una copia en el Ministerio de Cultura, que se guardó en una caja fuerte. Los documentos quedaron innacesibles, como hasta entonces.
En octubre de 2009 el Centro Documental de la Memoria Histórica recibió los rollos de microfilme. Son copias de 27.490 documentos (más de 100.000 páginas) pertenecientes a la Fundación Francisco Franco, que ha custodiado los originales con hermetismo y sin las garantías de acceso de un archivo público.
Desde la muerte del dictador, los papeles habían permanecido hasta los años ochenta en casa de su viuda, Carmen Polo. Fue ella quien invitó al historiador medievalista Luis Suárez Fernández a examinarlos. Otros investigadores, como Paul Preston, autor de una celebrada biografía sobre Franco, no tuvieron acceso al material de la fundación, que abarca desde 1938 a 1976.
Los papeles de Franco ya están en un archivo público y cualquiera puede consultarlos.
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35 años después de la muerte del dictador, las copias de sus documentos son de acceso libre en el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca.
Tras la ayuda de 150.841,22 euros concedida por el Ministerio de Cultura entre 2000 y 2003 para digitalizar los papeles, la Fundación Francisco Franco entregó a cambio una copia en el Ministerio de Cultura, que se guardó en una caja fuerte. Los documentos quedaron innacesibles, como hasta entonces.
En octubre de 2009 el Centro Documental de la Memoria Histórica recibió los rollos de microfilme. Son copias de 27.490 documentos (más de 100.000 páginas) pertenecientes a la Fundación Francisco Franco, que ha custodiado los originales con hermetismo y sin las garantías de acceso de un archivo público.
Desde la muerte del dictador, los papeles habían permanecido hasta los años ochenta en casa de su viuda, Carmen Polo. Fue ella quien invitó al historiador medievalista Luis Suárez Fernández a examinarlos. Otros investigadores, como Paul Preston, autor de una celebrada biografía sobre Franco, no tuvieron acceso al material de la fundación, que abarca desde 1938 a 1976.
Los papeles de Franco ya están en un archivo público y cualquiera puede consultarlos.
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