28 may 2010

El Gobierno vasco entierra la tarjeta ONA tras gastar 11 millones en su implantación.
Once millones de euros, prácticamente a la basura. El Gobierno vasco ha decidido iniciar el proceso para poner fin a la distribución y el uso de la tarjeta ONA, el dispositivo puesto en marcha hace tres años por el Ejecutivo con dos objetivos: convertirse en la nueva tarjeta de identificación sanitaria ante Osakidetza y servir de plataforma para todas las relaciones entre el ciudadano y las administraciones públicas, incluso con algunas entidades bancarias, a través de Internet.

Sacar el máximo rendimiento a la ONA requería una participación muy activa del usuario, un lastre que también arrastra el DNI electrónico. El poseedor debe hacerse con un lector de tarjetas para instalarlo en su ordenador -cuestan entre 15 y 30 euros-, lo que requiere al menos de ciertos conocimientos de informática.Algunos usuarios se encontraron con problemas añadidos, como que el 'software' ofrecido por el Gobierno vasco no era compatible con algunos sistemas operativos, por ejemplo los de Apple o Linux.
Tanta complejidad ha derivado en que la tarjeta «no sea operativa» y, en consecuencia, tenga un uso muy limitado.
«No hace falta tener siete tarjetas encima para relacionarse con la Sanidad o la Administración», ahora «el DNI y la tarjeta sanitaria de toda la vida van a bastar para hacer todo».
La ONA no va a desaparecer inmediatamente, sino que será «un proceso», indicaron fuentes de Sanidad. El Ejecutivo ya anunció en diciembre que preveía ralentizar su distribución.
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