El mayor patrimonio de la capital del desierto, 900 kilómetros al norte de Bamako (República de Mali), reside en la biblioteca Ahmed Baba y en otro par de centros privados de conservación de manuscritos que gestionan familias de larga estirpe. Creado en 1970 por la ONU, el Instituto Ahmed Baba concentra el esfuerzo internacional para que la memoria impresa de la presencia islámica en África no se disuelva en la arena. Pero, vistas las condiciones en las que se almacena el legado, el visitante termina por ceder a la tentación pesimista. Aquí no abundan medios de conservación, pero sobran el polvo, el calor infame de los días y el frío, seco y afilado, de las noches de invierno. "No es la mejor manera de cuidar libros, pero trabajamos duro", indica el vigilante de la biblioteca.
Afuera, entre calles de polvo y bibliotecas familiares, como la Kader Haidara, que conserva varios miles de manuscritos del total de 100.000 que existen en Tombuctú, la fotografía actual de la Meca literaria del Sáhara oscila entre el perfil puntiagudo de sus tres grandes templos de adobe, las mezquitas de Djingareyber (construida en el siglo XIV), Sankoré y Sidi Yéhia (siglo XV), y la destartalada plaza de mercado en la que se realiza la actividad comercial.
Afuera, entre calles de polvo y bibliotecas familiares, como la Kader Haidara, que conserva varios miles de manuscritos del total de 100.000 que existen en Tombuctú, la fotografía actual de la Meca literaria del Sáhara oscila entre el perfil puntiagudo de sus tres grandes templos de adobe, las mezquitas de Djingareyber (construida en el siglo XIV), Sankoré y Sidi Yéhia (siglo XV), y la destartalada plaza de mercado en la que se realiza la actividad comercial.
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