Bomberos, archiveros, restauradores y voluntarios trabajan para salvar el Archivo histórico de Colonia. Aproximadamente la mitad de los documentos se han extraído de entre las 60 toneladas de roca. "Esto es lo que estamos haciendo, buscando y buscando material de archivo, 12 horas al día todos los días, con la excepción del domingo". Desde el derrumbe del edificio el 3 de marzo, los trabajadores han estado presentes en el sitio y planean quedarse hasta que el último documento haya sido descubierto.
Tan pronto como los bomberos encuentran algo que consideran de importancia, registran exactamente en qué lugar lo han hallado, lo meten en una caja, y lo envían a un almacén de muebles en Porz, a unos 20 kilómetros de Colonia. En el almacén, hay cientos de cajas llenas de pergaminos, papeles y libros. Algunos de ellos están limpios y secos, otros sucios y húmedos. Vestidos con trajes de plástico blanco, con capuchas y máscaras protectoras, archiveros, restauradores, y voluntarios comienzan la tarea de organización y conservación de los materiales recuperados. Los archiveros y restauradores están especialmente preocupados por los documentos dañados por el agua. Intentan evitar que aparezca moho, porque resulta mucho más difícil salvar el documento. Se utiliza hielo seco para congelar los documentos antes de que puedan iniciar el largo proceso restauración.
Max Plassman, uno de los cuatro principales responsables de los archiveros, asegura que todo este proceso sería impensable sin la ayuda de voluntarios: "Tenemos que insistir en el hecho de que la mayor parte del trabajo es realizado por voluntarios".
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