La tecnología digital no garantiza la conservación –ni siquiera a mediano plazo– de documentos, videos, filmes, fotografías, arte y otras obras. Es uno de los grandes problemas en materia de preservación patrimonial.
El origen del problema radica en la divergencia de criterios entre los fabricantes de sofware y los administradores o preservadores de las obras y documentos: mientras que las versiones de algunos programas de cómputo se actualizan, por ejemplo, cada cuatro años, el criterio de los preservadores de archivos es el de conservarlos el mayor tiempo posible. La cuestión es que su traslado a nuevas versiones es prácticamente imposible. Es una situación creada por los fabricantes.
Al respecto, Howard Besser, profesor de Estudios de Cine en la New York University, considera un error hablar de lo digital como algo permanente. "Ahora vivimos la era digital, pero es posible que en relativamente pocos años empecemos a hablar de chips moleculares u orgánicos que no requerirán de lo digital ni de máquinas, lo cual significa entrar en una era que ahora no podemos ni siquiera imaginar”.
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