El manuscrito de La Santa Cena.
Los restauradores encargados de poner a punto La Santa Cena de Salzillo (Murcia) se han encontrado una grata sorpresa en la figura de Santiago el Mayor. Este apóstol ocultaba un trozo de manuscrito del siglo XVIII que, según informó el director del Centro de Restauración de la Región de Murcia, Francisco López Soldevilla, «servía para dar volumen a la escultura».
De momento sólo se sabe que el documento está escrito con tinta ferrogálica, una solución de hierro y ácido gálico muy empleada a partir del siglo VII por su permanencia y fácil elaboración.
Anteriormente se han descubierto documentos muy significativos que aportaron datos sobre las formas de pago, las cantidades desembolsadas o los nombres de los compradores de las obras en aquella época. Una vez más, el trozo de manuscrito ha sido descubierto durante la evaluación del interior de la madera de la obra y gracias a la técnica endoscópica. Según informó López Soldevilla anteriormente, «esta consiste en un procedimiento no invasivo en el que se usa una sonda articulable y dirigible desde el exterior mediante un mando externo que lo hace girar 180 grados en todas direcciones». De esta manera, los restauradores pueden obtener imágenes digitales del interior para estudiar las esculturas en profundidad.
Los restauradores encargados de poner a punto La Santa Cena de Salzillo (Murcia) se han encontrado una grata sorpresa en la figura de Santiago el Mayor. Este apóstol ocultaba un trozo de manuscrito del siglo XVIII que, según informó el director del Centro de Restauración de la Región de Murcia, Francisco López Soldevilla, «servía para dar volumen a la escultura».
De momento sólo se sabe que el documento está escrito con tinta ferrogálica, una solución de hierro y ácido gálico muy empleada a partir del siglo VII por su permanencia y fácil elaboración.
Anteriormente se han descubierto documentos muy significativos que aportaron datos sobre las formas de pago, las cantidades desembolsadas o los nombres de los compradores de las obras en aquella época. Una vez más, el trozo de manuscrito ha sido descubierto durante la evaluación del interior de la madera de la obra y gracias a la técnica endoscópica. Según informó López Soldevilla anteriormente, «esta consiste en un procedimiento no invasivo en el que se usa una sonda articulable y dirigible desde el exterior mediante un mando externo que lo hace girar 180 grados en todas direcciones». De esta manera, los restauradores pueden obtener imágenes digitales del interior para estudiar las esculturas en profundidad.
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