Los trabajos de restauración de los sepulcros del presbiterio de la iglesia mudéjar de San Esteban, en la localidad segoviana de Cuéllar, han sacado a la luz un «hallazgo extraordinario, que constituye un tesoro para estudiar los inicios de la imprenta».
Su descubrimiento fue casual. Los documentos se conservaban en la sepultura de Isabel de Zuazo, esposa de Martín López de Córdoba y señora de Cuéllar, en un paquete que debió de colocársele en el enterramiento abrazado sobre el pecho. Fue al hacer un TAC (tomografía axial computerizada) a los restos del cuerpo para su estudio antropológico cuando se detectó un objeto bajo el sudario, que resultó ser el conjunto documental de bulas.
Hasta el momento, se han recuperado 48 bulas, aunque hay algunos fragmentos más en fase de identificación.
Como Isabel de Zuazo tomó las bulas descubiertas durante más de cincuenta años, se reconstruye la historia desde la primera que adquirió, en 1484, con el Papa Sixto IV, hasta la última, ya en el pontificado de Pablo III, en 1535.
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