El avance desigual de la receta electrónica.
El viejo ritual del recetado médico al término de la consulta quedará reducido a un rápido teclear de fármacos en un futuro cercano. Y esto ya es realidad en la Sanidad pública de algunas partes de EspañaEn lugar de sacar el talonario de recetas y cumplimentarlas trabajosamente una a una, el doctor introducirá en la ficha del paciente los medicamentos prescritos. Más tarde, en la farmacia, el boticario pasará su tarjeta sanitaria por un lector y accederá al apartado farmacológico del historial médico requerido.
Este proceso ha despertado los recelos de varios médicos en distintas comunidades. Los facultativos desconfían del modo en que ha sido organizada la informatización de los historiales clínicos, donde se cumplimentan los fármacos recetados, y denuncian que el acceso a éstos por parte de cualquier trabajador de un centro sanitario (médicos, enfermeros y algún administrativo) con una contraseña de ordenador es demasiado fácil en varios casos. Tampoco es bien vista por el colectivo médico la posibilidad de que el farmacéutico vea todas las medicinas que el paciente toma sin el consentimiento explícito de éste. Los sistemas que se implantarán en algunas comunidades, como en País Vasco y en Aragón, han recogido esta preocupación. En el sistema vasco, el paciente podrá elegir qué prescripciones quiere que sean visibles desde un repositorio general y cuáles quiere que queden encriptadas con una clave que sólo él puede introducir.
A pesar de todo, parecen claras las ventajas de la digitalización del sistema frente al papel tradicional.
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El viejo ritual del recetado médico al término de la consulta quedará reducido a un rápido teclear de fármacos en un futuro cercano. Y esto ya es realidad en la Sanidad pública de algunas partes de EspañaEn lugar de sacar el talonario de recetas y cumplimentarlas trabajosamente una a una, el doctor introducirá en la ficha del paciente los medicamentos prescritos. Más tarde, en la farmacia, el boticario pasará su tarjeta sanitaria por un lector y accederá al apartado farmacológico del historial médico requerido.
Este proceso ha despertado los recelos de varios médicos en distintas comunidades. Los facultativos desconfían del modo en que ha sido organizada la informatización de los historiales clínicos, donde se cumplimentan los fármacos recetados, y denuncian que el acceso a éstos por parte de cualquier trabajador de un centro sanitario (médicos, enfermeros y algún administrativo) con una contraseña de ordenador es demasiado fácil en varios casos. Tampoco es bien vista por el colectivo médico la posibilidad de que el farmacéutico vea todas las medicinas que el paciente toma sin el consentimiento explícito de éste. Los sistemas que se implantarán en algunas comunidades, como en País Vasco y en Aragón, han recogido esta preocupación. En el sistema vasco, el paciente podrá elegir qué prescripciones quiere que sean visibles desde un repositorio general y cuáles quiere que queden encriptadas con una clave que sólo él puede introducir.
A pesar de todo, parecen claras las ventajas de la digitalización del sistema frente al papel tradicional.
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