13 abr 2010

"Esa cámara debería estar escondida, el ladrón no debe saber desde dónde le vigilan".
El dedo índice de Noah Charney señala hacia la cámara de vídeo-vigilancia atornillada en el techo de la sala del museo Thyssen, donde reposa la obra El joven caballero en un paisaje, del veneciano Vittore Carpaccio. "Ves, esa cámara debería estar escondida. Un ladrón no puede con la incertidumbre de no saber desde dónde le están vigilando". Charney (New Haven, 1973) está catalogado como uno de los mayores expertos en prevención contra robos de arte y ha asesorado al FBI y a Scotland Yard.
El error más frecuente en el que incurren los museos, dice Charney, es asignar personal no calificado a la protección de sus obras. "En general, para todos los museos, delegar responsabilidades en demasía a sus guardias de seguridad es muy poco confiable para los sistemas de defensa". Son muy evidentes y casi nunca están entrenados para responder de forma adecuada en casos de emergencia.
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(Bueno, pues se puede aplicar lo dicho a la seguridad en los archivos...)

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