Un 'ángel' para proteger las obras de arte.
A partir de ahora, los bienes culturales como cuadros, libros y manuscritos van a estar más protegidos frente a la luz y los contaminantes del aire, que pueden deteriorarlos de forma irreversible.
Después de más de 10 años de trabajo, el Consejo Superior de Investigaciónes Científicas (CSIC) ha desarrollado el primer dispositivo capaz de medir la acidez del aire (PH) de forma sencilla y económica.
Es una especie de 'parche' -con un precio de coste de 10 céntimos de euro- que alerta sobre posibles casos de exposición nociva para las obras del patrimonio cultural.
Su funcionamiento es muy sencillo. Se trata de un sensor que da una respuesta óptica a los cambios de acidez en el ambiente (cuando el PH es inferior a siete) variando su color. En este sentido, permite conocer la acidez ambiental y si ésta entraña algún riesgo para los bienes. De esta forma, ante un Ph normal el dispositivo presenta un tono rosado que va perdiendo su color según aumenta la acidez, hasta volverse amarillo. Por el contrario, cuando la acidez ambiental disminuye, la superficie se vuelve violeta.
El proyecto, que ya está patentado aunque todavía no se comercializa, es de fácil aplicación y permite que "cualquier usuario no cualificado puede conocer el PH ambiental a simple vista". Además, los sensores se caracterizan por ser "reutilizables" -introduciéndolos en una disolución de PH 7- y por su "bajo precio".
El equipo también ha desarrollado un sistema de telemedida capaz de transmitir la información del sensor a un ordenador para su almacenamiento.
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A partir de ahora, los bienes culturales como cuadros, libros y manuscritos van a estar más protegidos frente a la luz y los contaminantes del aire, que pueden deteriorarlos de forma irreversible.
Después de más de 10 años de trabajo, el Consejo Superior de Investigaciónes Científicas (CSIC) ha desarrollado el primer dispositivo capaz de medir la acidez del aire (PH) de forma sencilla y económica.
Es una especie de 'parche' -con un precio de coste de 10 céntimos de euro- que alerta sobre posibles casos de exposición nociva para las obras del patrimonio cultural.
Su funcionamiento es muy sencillo. Se trata de un sensor que da una respuesta óptica a los cambios de acidez en el ambiente (cuando el PH es inferior a siete) variando su color. En este sentido, permite conocer la acidez ambiental y si ésta entraña algún riesgo para los bienes. De esta forma, ante un Ph normal el dispositivo presenta un tono rosado que va perdiendo su color según aumenta la acidez, hasta volverse amarillo. Por el contrario, cuando la acidez ambiental disminuye, la superficie se vuelve violeta.
El proyecto, que ya está patentado aunque todavía no se comercializa, es de fácil aplicación y permite que "cualquier usuario no cualificado puede conocer el PH ambiental a simple vista". Además, los sensores se caracterizan por ser "reutilizables" -introduciéndolos en una disolución de PH 7- y por su "bajo precio".
El equipo también ha desarrollado un sistema de telemedida capaz de transmitir la información del sensor a un ordenador para su almacenamiento.
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