El papel también penaliza.
La seguridad de la información es un concepto que afortunadamente va calando hondo en la mayoría de las empresas españolas, debido en gran parte a las alarmas surgidas ante fraudes cometidos vía Internet o por correo electrónico, o el aumento de virus y troyanos que pueden obtener información confidencial de la empresa.
Ante esta situación, la mayoría de las empresas se han preparado adquiriendo soluciones de seguridad informática y aplicando un control exhaustivo sobre la información de carácter confidencial que viaja tanto dentro, como fuera de la empresa por medios electrónicos. Sin embargo ¿qué sucede con la información contenida en documentos impresos?
Desafortunadamente, el soporte papel es el gran olvidado de las políticas de seguridad de las empresas españolas, donde a diferencia del tratamiento que se le da a la información manejada en los ordenadores u otros dispositivos electrónicos, apenas existe una mínima trazabilidad desde que el documento es creado, pasando por su almacenamiento y hasta su eliminación.
Esto es debido a la propia naturaleza del soporte, ya que un documento en papel puede circular por varios departamentos de una empresa sin que sea posible garantizar su trazabilidad. Puede ser custodiado de forma incorrecta en un lugar donde no se pueda garantizar quién tiene acceso a la información que contiene. También puede ser copiado sin autorización o incluso ser extraviado o archivado en un lugar erróneo.
Pero lo que muchas empresas desconocen, es que esta falta de trazabilidad de los documentos en soporte papel, puede llevar a las empresas a incumplir la LOPD, garante de proteger los datos de carácter confidencial que se encuentren en manos de terceros. Según un estudio PriceWaterhouseCoopers, sólo el 37% de las empresas españolas disponen de normas de seguridad específicas para proteger los datos de carácter personal en soporte papel y sólo el 33% trata este tipo de documentos con datos personales como documentación confidencial.
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La seguridad de la información es un concepto que afortunadamente va calando hondo en la mayoría de las empresas españolas, debido en gran parte a las alarmas surgidas ante fraudes cometidos vía Internet o por correo electrónico, o el aumento de virus y troyanos que pueden obtener información confidencial de la empresa.
Ante esta situación, la mayoría de las empresas se han preparado adquiriendo soluciones de seguridad informática y aplicando un control exhaustivo sobre la información de carácter confidencial que viaja tanto dentro, como fuera de la empresa por medios electrónicos. Sin embargo ¿qué sucede con la información contenida en documentos impresos?
Desafortunadamente, el soporte papel es el gran olvidado de las políticas de seguridad de las empresas españolas, donde a diferencia del tratamiento que se le da a la información manejada en los ordenadores u otros dispositivos electrónicos, apenas existe una mínima trazabilidad desde que el documento es creado, pasando por su almacenamiento y hasta su eliminación.
Esto es debido a la propia naturaleza del soporte, ya que un documento en papel puede circular por varios departamentos de una empresa sin que sea posible garantizar su trazabilidad. Puede ser custodiado de forma incorrecta en un lugar donde no se pueda garantizar quién tiene acceso a la información que contiene. También puede ser copiado sin autorización o incluso ser extraviado o archivado en un lugar erróneo.
Pero lo que muchas empresas desconocen, es que esta falta de trazabilidad de los documentos en soporte papel, puede llevar a las empresas a incumplir la LOPD, garante de proteger los datos de carácter confidencial que se encuentren en manos de terceros. Según un estudio PriceWaterhouseCoopers, sólo el 37% de las empresas españolas disponen de normas de seguridad específicas para proteger los datos de carácter personal en soporte papel y sólo el 33% trata este tipo de documentos con datos personales como documentación confidencial.
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