21 oct 2007

Archivos para todos.
El Heraldo de Aragón publica un artículo sobre la apertura de los archivos tras la decisión en diciembre de 2006 de que el DNI fuera suficiente para acceder a los documentos. Se cuestiona si esta medida ha aumentado el número de robos. Esperanza Velasco, directora del departamento de Ciencias de la Documentación de la Universidad de Zaragoza, opina que "la solución no es limitar el acceso, sino poner mayores medidas de seguridad. Pero el principal problema no es el robo, sino el deterioro por estar en depósitos que no reúnen las debidas condiciones ambientales y/o estructurales". También dice que "la supresión del carné facilita el acceso a la investigación, porque elimina un trámite administrativo. Pero el problema real es que hay muchos fondos documentales que están todavía sin organizar".
Cuánta razón!!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí, toda la razón.

En cuanto a seguridad, este verano me fui de tour por varios archivos, y en dos de ellos las medidas de seguridad eran manifiestamente mejorables, tan mejorables como la dotación de personal de todo tipo.

En uno de ellos, público, la archivera organizaba, servía la documentación y hacía las fotocopias. En la sala de consulta cualquiera podía llevarse lo que quisiese porque la pobre era la única trabajadora del centro, y en cuanto te servía la documentación, se iba para su despacho. Como durante varios días fui también el único usuario que permaneció en la sala, está claro que pude haberme llevado lo que quisiese, máxime cuando no había taquillas en las que dejar la ropa y no se ponían pegas por acceder con carpetas. En fin, que no me acababa ni hoy me acabo de explicar cómo se pueden poner a disposición de la gente, documentos de los siglos XVI al XX sin que nadie vigile.

El segundo de los archivos era privado. Al igual que en el primero de cara a la galería, las instalaciones eran magníficas, o no tanto. Menos mal que había taquillas para dejar la ropa, pero comprobé que algunos compañeros de sala entraban con carpetas o bolsos, y nadie les decía nada pese a estar prohibido en las normas, que llamar la atención ya se sabe que es molesto y resulta más cómodo mirar para otro lado.

Ambos archivos estaban dotados de compactus, y en este del que me ocupo ahora, había incluso un sistema automático de extinción de incendios por descarga de gas halón 1301, gas prohibido por la UE para estos usos desde el año catapún chimpún, pero que aún usaban en el depósito, al menos a juzgar por lo que aparecía en el pulsador que se encontraba en la puerta del mismo. Como desde fuera se veía el interior del mismo depósito, también comprobé que era de diseño, modernizado con compactus sí... y con el suelo de parqué barnizado y brillante, tanto, que apuesto a que la madera no tenía ningún tratamiento ignífugo, y esto dejando a un lado lo recomendable que puede ser la madera para un depósito en lo que a riesgos de infecciones producidas por insectos; el depósito ocupaba un local con un techo a considerable altura, calculo que unos seis o siete metros, superando con mucho los 2.30-2.50 que se estiman normales; eso de que las estanterías deben tener su última balda al alcance de la mano (¿1.90?) tampoco se había tenido en cuenta en el diseño, y sin duda, era necesaria la escalera para alcanzar los documentos instalados en los últimos estantes; esta joya de depósito, también contaba con unas magníficas y amplias ventanas por las que penetraba el sol a raudales, ni una persiana o unas modestas cortinas o contraventanas, ni los cristales que se veían parecían tener ese color negruzco de aquellos vidrios que poseen un filtro UV, nada.

En cuanto a las condiciones de seguridad de la propia sala de consulta, eran similares a las del archivo público. Los dos trabajadores, tanto organizaban la documentación como la servían o guardaban, y no hacían fotocopias porque allí no se reproducían documentos, según costumbre antigua, cosa que seguramente tampoco incita a los robos. En cuanto te servían los documentos, también se retiraban a una sala de organización cercana a la de consulta. Había una cámara sí, pero pude comprobar que cuando iba a hacer las peticiones y me acercaba a esa sala de organización, nadie estaba detrás de los monitores, así que su uso era puramente disuasorio, aunque no disuadía porque cualquiera podía comprobar lo que se veía y que nadie estaba tras los monitores. En este segundo archivo había en los días que lo visité cinco o seis investigadores, pero al no estar la sala vigilada y no hacer copias, supongo que habrán tenido más de una falta, que la documentación era rica y variada.

Si en salas de consulta vigiladas, que incluso tienen cámaras, se producen hurtos ¿qué no se producirá en lugares en los que la seguridad es un páramo?

PD: aunque aquí supongo que este comentario es ocioso, por si alguien se cree que las cámaras son la panacea, que pruebe a vigilar una sala a través de un monitor, y a ver si tienen definición suficiente como para apreciar que un señor lleva una cuchilla, que está arrancando una hoja o guardando un expediente entre sus notas; a ver si un monitor da la misma definición para lo que aparece al fondo de la sala o lo que se encuentra más cerca de la cámara, etc.