Al igual que está ocurriendo en otros países del Este, la República Checa ha creado un Instituto Nacional de la Memoria (ÚPN). La decisión ha sido muy controvertida y sigue siendo objeto de polémica. Los archivos de la antigua era comunista se encuentran diseminados por todo el país: ministerios del interior, de la defensa y de la justicia o los servicios secretos militares y civiles. El ÚPN no reunirá la documentación, será gerente de esos archivos y facilitará su acceso. Con el tiempo los expedientes se digitalizán, aunque el proceso de organización va a ser costoso: los expedientes contienen unos 850.000 nombres y los archivos han contado hasta ahora con tecnologías antiguadas y falta de personal.
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